martes, 18 de septiembre de 2012

Existir

Existir naturalmente es haberse embebido del mundo, en un solo sorbo espontáneo y continuo, carente de intenciones. Es hallar las coordenadas donde el océano interior se ha identificado con el devenir físico en una casualidad de dignidades solares. Es hallar en uno mismo al tripulante de la corriente interna y externa que oscila en las paternidades mutuas. Es devolver el amor a través de santuarios abiertos en constante incendio. Existir, ser eje del mundo sin poder salir horizontal ni verticalmente. No hay salida, hay traslado. Pero el traslado solo se da a través de succiones a mundos que quizás siempre nos han atravesado, en algún ganglio reconocido o incluso sin reconocer. Existir, ser canción que vierte sus cumbres en los baches más insólitos de los caminos, allí donde se acumula el olor humano en involución. Allí donde las sangres excretan solemnes un tétrico arrepentimiento, y la voz lacerada del jardín prescribe toda la belleza pronta a nacer, en ínfimos pormenores de tierra y luz, de polvo y fantasía. Existir, o el trino en que el individuo se diferencia para volverse a zambullir, oscilando entre la superficie y la profundidad, el quiebre que le ha inyectado la musa a la melodía, sin el que no es melodía. Existir: el secreto, el sacrificio. Existir, ese baile, esa curva.