martes, 19 de noviembre de 2013

Así reía


...Así reía, mientras cabalgaba las riendas de su ciudad. Estaba teniendo un instante de fecundidad? Enrulando el desierto ornamentado que constituia la ciudad bulliente en un punto otro de cocción, en el vértice esquivo de ser ser poseída por su recontra hija. Deseaba nadar en ella, reducir los detalles de sus planos urbanísticos a corrientes que tiran lateral, vertical y diagonalmente el semblante, y oscilan el simismo desde la vulva hasta el criterio común de las veredas grises. La cabalgaba como a un potro salvaje y voluptuoso, bebiendo de las bocas de sus errores de formación, aquella informalidad que no atrapó al alma en su forma y la dejo salirse como sangre de sus heridas de primer grado, desde la infancia de sus tiernos monumentos. Asi la fue vampirizando, desde esas zanjas por donde el alma del mundo se dejaba ver. Las zanjas constituían el ritmo de sus embarazos. Aquella santidad de la ciudad que engendraba la astrología desde su propio caudal de tierra viva. Porque, por que no redireccionar el concepto de santidad del cielo a la tierra? Inflándolo hasta el reviente de vida y pronta adecuación. Así reía mientras se corría al mundo como a un espeso cónyugue, denso e irresoluble, voluptuoso en ritmos. Y de pronto todo el entorno caia en la misma textura para ser filtrado por la perspectiva del centro de todos los puentes. Reducir todo a agua. Por que para entender la naturaleza de la tierra hace falta comprender primero la del agua o La muerte… así reía